Algo más sobre El Hombre.

Posted in Artículos on noviembre 4, 2008 by thanatrell

Charles Sanders Peirce, científico,
lógico (nos legó la lógica simbólica), filósofo y padre de la
semiótica, ciencia de los signos, hoy en día una disciplina en auge.
Fue un hombre difícil, excéntrico. Una de sus habilidades
consistía en ser capaz de ponerse a escribir con una mano una
pregunta que le rondaba y simultáneamente redactar con la otra la
respuesta.

[…]

La mayor contribución de Charles Peirce fue la de ser un
científico realista riguroso, que preservó la verdad, tal y como la
vio, del realismo filosófico que va desde Aristóteles hasta el siglo
XVII, rescatándolo del lenguaje medieval de la Escolástica, que
hoy en día nos resulta incomprensible, y reescribiéndolo de forma
que los científicos, el empirismo más ingenuo, e incluso el gran
público, pudiera comprenderlo. Este realismo de Peirce ya no se
puede minimizar o sortear acusándolo de jerigonza escolástica.
Peirce se percató de que el camino que nos lleva hasta ella,
hasta la gran fisura moderna entre mente y materia, pasa por el
único lugar donde ambas se cruzan, el lenguaje. El lenguaje es
tanto las palabras como los significados. Es imposible imaginarse
el lenguaje sin ambos.

Fuente: http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/529/2/percy96.pdf

Reflexiones acerca del «surgimiento» del concepto.

Posted in Uncategorized on noviembre 4, 2008 by thanatrell

Si bien el término lleva buen tiempo en uso, teniendo su origen en el griego antiguo, me pareció interesante conocer como se tomo este y como, a base de una traducción diferente podrían haberse evitado consecuencias bastante tediosas. Como al parecer he mencionado antes, Peirce en distintos momentos pensó en renombrar sus trabajos bajo el alero del «pragmaticismo» por ser una traducción más acertada del término greco. Quizá debió hacerlo desde el principio…

CS. y el «surgimiento» del concepto.

Posted in Artículos on noviembre 4, 2008 by thanatrell

Existe una regla bien asentada entre los científicos según la cual, cada paso dado en la ciencia, cada nuevo resultado, debe ser atribuido a aquel que lo publica primero. Es una regla sensata, porque así la fecha de la primera publicación puede averiguarse con más facilidad y porque —si bien es conveniente asignar un descubrimiento a algún nombre— en la mayoría de casos es indiferente que se haga o no justicia estricta [al descubridor]. Se asume que aquel a quien la aplicación de esta regla no le hace justicia estaba demasiado enfrascado en su trabajo científico para preocuparse por asegurar su prioridad y que, por los mismos motivos, le traerá sin cuidado que se mencione el vocablo que sirvió a sus padres como nombre de familia.

[…]

La regla mencionada impide eficazmente que, transcurrida una generación, se olvide lo que hizo el mundo científico. La historia verdadera de lo que ocurrió no podría recuperarse consultando las memorias científicas por la razón obvia de que una memoria no es el lugar donde el científico pone por escrito las ideas que flotan por su cabeza, sino sólo sus resultados positivos y demostrados. La única manera de aprender la historia verdadera es a partir de los testigos vivientes con quienes se desahogaron los hombres de ciencia de su tiempo. Sin embargo, esa historia verdadera es más interesante desde un punto de vista histórico, psicológico y lógico.

Debo considerar como una de las circunstancias más afortunadas de una vida a la que el estudio de la filosofía científica con espíritu religioso ha llevado a la alegría, el que tuviera el honor de conocer un poco desde dentro el crecimiento temprano de algunas de las grandes ideas del siglo diecinueve. Con mucho, la más interesante de esas ideas fue para mí la idea de pragmatismo.

La filosofía es una ciencia que exige un estudio largo y concentrado antes de que uno, a lo sumo, empiece a ser experto en su manejo, si uno ha de ser preciso, sistemático y científico. Le dediqué diez años antes de atreverme a ofrecer media docena de breves contribuciones propias. Tres años después, cuando había producido algo más elaborado, viajé al extranjero y en Inglaterra, Alemania, Italia y España, aprendí de sus propias bocas lo que les rondaba por la cabeza a algunos que estudiaban a la vez ciencia y filosofía. A mi regreso, unos cuantos de nosotros —Chauncey Wright, Nicholas St. John Green, William James y otros, incluyendo a veces a Francis Ellingwood Abbot y John Fiske — nos reuníamos con frecuencia para discutir cuestiones fundamentales. Green estaba especialmente impresionado con las doctrinas de Bain, y nos impresionó al resto de nosotros con ellas; y, finalmente, quien esto escribe adelantó lo que llamamos los principios del pragmatismo. Algunos años más tarde, esto fue recogido en dos artículos aparecidos en la Popular Science Monthly (noviembre 1877 y enero 1878) y posteriormente en la Revue Philosophique.

Fuente: «Pragmatism made easy», traducción de Juan Pablo Sierra


Posted in Uncategorized on noviembre 4, 2008 by thanatrell

Aunque sin estar completamente relacionado, frases bien «cool» de Mr. Peirce

Reflexión en torno a la visión de W. James

Posted in Uncategorized on noviembre 4, 2008 by thanatrell

La visón de James se centra princialmente en que la verdad es una propiedad del ser umano, y que es inherente y propia de cada uno, según la propia comprensión de su entorno, es decir como se adecúa y comprende la mente un determinado concepto, en palabras del propio James “La verdad es una propiedad de determinadas ideas nuestras”.

James afirma que el pragmatismo no es nuevo, habiendose usado (conceptualmente, al menos) desde tiempos de aristóteles, siendo una postura radicalmente empírica con un enfoque práctico.

igual de cara se parecen...

Interpretando todas las ideas que se tengan, y estudiando las consecuencias prácticas que tendrían, mediante el método pragmático, James plantea (a diferencia de nuestro Peirce) que el método pragmático podría eventualmente solucionar cualquiera de las «interminables» interrogantes metafísicas.

La visión del Pragmatismo de William James

Posted in Uncategorized on octubre 14, 2008 by thanatrell

por Fernando Estévez Griego Ph. D.

La idea más importante de la exposición, y la que comparto más, es que existe verdad en tanto que podemos descubrirla. No podemos hablar de una verdad trascendente en el sentido de ser verdadera con independencia del hombre. Así entonces toda verdad es relativa al ser del hombre. Por consiguiente, antes de que el hombre fuere y luego de que éste sea, no habrá ni será verdad alguna.
Este concepto guía todas mis investigaciones y estudios psicológicos por cuanto es evidente que las leyes de física de Newton o las teorías de Einstein no eran verdad antes de ser descubiertas, como tampoco en realidad eran falsas, sino que sólo fueron verdad cuando se descubrieron. (La verdad es la forma en que la mente acepta ciertas representaciones de cómo funciona la realidad y éstas representaciones pueden variar según las personas. Incluso un mismo individuo, puede percibirse, plantea diferentes verdades en su vida). Así, el pragmatismo propone que las cosas tienen un ser (a las cuales llamo realidad) y que cuando se relacionan con el ser humano éste descubre la verdad.
Por lo cual no puede hablarse de verdad sin relación al hombre. La frase más genial de James ha sido que “La verdad es una propiedad de determinadas ideas nuestras”. Esto es que la verdad es la adecuación mental a la realidad como su no adecuación es la falsedad. Las ideas verdaderas son las que podemos verificar mientras que las falsas son las que no pueden hacerlo. En su primera conferencia, James comienza haciendo referencia a Chesterton con su frase “Hay personas, y yo soy una de ellas, que piensan que la cosa más práctica e importante en el ser humano es su punto de vista acerca del universo”.
James define el método pragmático como aquel que puede apaciguar las disputas metafísicas que pueden ser interminables. ¿Es el mundo material o espiritual, uno o múltiple? Para el método pragmático lo único que se puede hacer es interpretar cada noción y trazar sus respectivas consecuencias prácticas. Si no existe una diferencia práctica, las alternativas son en realidad la misma cosa y toda disputa es estéril. Pragmatismo proviene de la palabra griega pragma, que quiere decir acción, de dónde viene la palabra práctica y práctico, siendo introducido este término por M. Charles Pierce en 1878.
Pierce elaboró la teoría de que para desarrollar el significado de un pensamiento necesitamos saber qué conducta es la más adecuada para producirlo. (Respecto a este punto quiero agregar que antiguamente en Grecia se suponía que un conocimiento Teoría, se ponía en práctica o se utilizaba Práctica para lograr un producto Poium actualmente se designa con la palabra práctica a la utilización y a su producto, lo que no me parece correcto. El pragmatismo tiende a definir que una acción motiva un cambio de la realidad en cuanto mueve cosas físicas que la componen y que más que atender las ideas de las personas sólo importan sus actos, que en definitiva son evaluables científicamente. Pero no son los actos en sí lo que tomamos en cuenta sino el producto que éstos logran, vale decir, si son buenos o malos en relación a determinado referente).
Para James, el pragmatismo no es nada nuevo en filosofía, fue empleado desde Sócrates, Aristóteles a Locke, Berkeley o Hume, pues el pragmatismo filosóficamente es una postura radical del empirismo, que se aleja de las abstracciones, soluciones verbales, retórica, sistemas cerrados absolutos, etcétera, dirigiéndose hacia la acción los hechos y el poder. Lo cual significa el aire libre y las posibilidades de la Naturaleza contra los dogmas, lo artificial y la supuesta finalidad de la verdad. James dice que el Universo apareció en nuestra mente como un enigma, una pregunta, que la metafísica designó con algún nombre Dios, Razón, lo Absoluta, Energía. Y para las religiones o filosofías estas palabras simbolizan el Universo y poseerlas significa poseer el Universo mismo para ciertos hombres, no hay pues más que un final de las indagaciones metafísicas que siempre mueren en paredes de palabras.
El método pragmático no acepta que estas palabras cierren la investigación, sino que tendrán que estar sujetas a nuestra experiencia. De esta forma las teorías son simples instrumentos y no respuestas a las preguntas. Al no tener dogmas o doctrinas, el método pragmatista para James es “la actitud de apartarse de las primeras cosas, principios, categorías, supuestas necesidades y de mirar hacia las cosas últimas, frutos, consecuencias y hechos” (A esto me refería anteriormente, lo importante son los frutos en cuanto a producto de cualquier acción).
En su tratamiento de lo uno y lo uno y lo múltiple, James afirma que nuestra búsqueda no es entre la variedad o la unidad sino que se dirige hacia la Totalidad. Algo digno de tener en cuenta es la tesis jamesiana de que nuestros modos fundamentales de pensar sobre las cosas son descubrimientos que obedecen a las experiencias de nuestros antepasados que lograron conservarse a través de los tiempos ulteriores. Esto sería genéticamente en nuestra especie lo cual indicaría un proceso psicológico a partir de una especie de chip.
La diferencia entre el pragmatismo y el intelectualismo estriba en que los primeros no aceptan como los segundos que una idea verdadera debe copiar su realidad. James coloca el ejemplo del reloj en la pared, “cierre usted los ojos, imagine el reloj”. Tal vez lo haya copiado, pero ahora dígame usted cómo funciona el reloj, y entonces, salvo que usted sea relojero, la realidad se diferenciará de la idea. Esto significa que las reproducciones no se enfrentan con la realidad.
La verdad de un pensamiento en cuanto conjunto de ideas o de una idea en sí no es inherente a esta misma, equivale esto a decir que la verdad surge cuando una idea o pensamiento llega a ser cierto gracias a determinados hechos o acontecimientos. Esta verdad (siempre mental) es un proceso de saber que debe verificarse y validarse, lo que determina su comprobación en el campo de los hechos. Lo verdadero es sólo el expediente de nuestro modo de pensar. James dice que la Realidad es en general lo que la verdad ha de tener en cuenta.
La primera parte de la Realidad es el flujo de nuestras sensaciones. Las sensaciones que tenemos de la Realidad no son falsas ni verdaderas sino simplemente son. La segunda parte de la Realidad está constituida por las relaciones entre las sensaciones y las copias de éstas en nuestra mente, las cuales se subdividen en dos partes: las relaciones mutables y accidentales tales como fecha, lugar, etcétera, y las que son fijas y esenciales.
La tercera parte de la Realidad la constituyen las verdades previas. (Yo propondría aquí utilizar el término nuestro acercamiento a tal segmento de la Realidad para sustituir el vocablo parte de la Realidad). William James nos introduce en este libro a su visión del pragmatismo que influirá en varios pensadores como también socialmente en la pluricultura actual. Su defensa del pluralismo es, sin lugar a dudas, una de las bases de su sistema de pensamiento y de su amplitud mental.

Del Libro de Psicología
Dr. Fernando Estévez Griego
Trabajo para la W.P: University

http://fernando-estevez-griego.blogspot.com/2007/07/pragmatismo-de-william-james.html

Reflexiones acerca de: Pragmatismo según Peirce

Posted in Reflexiones on octubre 14, 2008 by thanatrell

Si bien hasta el momento se ha tratado el concepto de pragmatismo a nivel general, es necesario notar que desde su concepción en la obra de Peirce, el término ha cambiado, adquiriendo distintas connotaciones según el autor que lo emplea.

Con el afán de profundizar en la visión Pierceana del concepto (que es la que se ha venido exponiendo hasta el momento) es necesario también analizar el plantamiento de aquellos autores que usaron el pragmatismo según sus propias concepiones (lo que se llevará a cabo en las siguientes entradas…).

El Pragmatismo según Peirce

Posted in Uncategorized on septiembre 30, 2008 by thanatrell

El pragmatismo de Peirce reviste características especiales que lo diferencian de las versiones populares que se difunden teniendo como base algunos de los trabajos de James y Dewey. Si se tienen presentes las Lectures on Pragmatism (1903) (Conferencias sobre Pragmatismo. En lo que sigue me referiré a este texto bajo la denominación abreviada de Conferencias) y el artículo «What Pragmatism Is» (1905) no es poco plausible pensar que al comenzar el siglo Peirce tenía como uno de sus propósitos filosóficos primarios precisar la concepción de pragmatismo que él había propuesto en los artículos «The Fixation of Belief» (1877) y «How to Make our Ideas Clear» (1878). Los motivos aparentes para este esfuerzo clarificador radicaban en el hecho de que la palabra «pragmatismo» estaba siendo usada por otros pensadores para designar concepciones que eran totalmente extrañas a las que Peirce quería transmitir cuando en los artículos antes señalados hizo la presentación original de su doctrina. Con el objeto de diferenciar su doctrina de las advenedizas, Peirce propone en su artículo de 1905 rebautizar su propia doctrina con el nombre de Pragmaticismo:
«Pero hoy en día la palabra [pragmatismo] comienza a encontrarse ocasionalmente en las revistas literarias, donde se abusa de ésta del modo inmisericorde que cabe esperar cuando las palabras caen en enredos literarios… De modo, entonces, que el que esto escribe, encontrando su naciente «pragmatismo» promovido de tal manera, siente que es hora de dar a su hijo un beso de despedida y liberarlo a su destino más alto; mientras tanto, y para servir el propósito preciso de expresar la definición original, le place anunciar el nacimiento de la palabra «pragmaticismo», la que es lo suficientemente fea para estar a salvo de eventuales raptores» (5.414).

A pesar de que Peirce dirige explícitamente sus ataques a los usos que ha encontrado en las revistas literarias, afirmando que las concepciones del mismo nombre sustentadas por James y Schiller son compatibles con las que él sostiene, es plausible pensar que, al pretender precisar su propia concepción, Peirce quería diferenciar su punto de vista del que sostienen los autores mencionados especialmente de James. Este trabajo no pretende, sin embargo, comparar las diferentes versiones del pragmatismo para establecer los rasgos que las diferencian de la versión peirceana.

Es claro, que al menos en las conferencias de 1903 y en el artículo de 1905, Peirce quiere clarificar su propia versión con el objeto de liberarla de interpretaciones que tiendan a hacerla confusa. Lo anterior se deriva de la máxima contenida en sus artículos de 1877 y 1878. Como el mismo Peirce parafrasea su propia máxima:
«Considera los efectos que tú concibes en el objeto de tu concepción que pudieran tener importancia práctica. Entonces tu concepción de esos efectos es la TOTALIDAD de tu concepción del objeto» (5.422).

De la formulación anterior de la máxima pragmática puede desprenderse o bien que una concepción tiene que ser probada por sus efectos prácticos, o bien que una concepción es significativa porque tiene consecuencias ventajosas, o bien que una concepción cuyas consecuencias sean exitosas será verdadera. Aunque es posible derivar formulaciones que, como las enunciadas más arriba, exhiben un carácter pragmatista a partir de la máxima temprana de Peirce, hay que reconocer también que tales formulaciones son ambiguas y están abiertas a varias interpretaciones que pueden ser contrarias a lo que Peirce quiso expresar mediante la máxima citada. Para evitar estas interpretaciones confusas, Peirce necesita aclarar tanto como sea posible su concepción del pragmatismo. La intención de llevar a cabo ese trabajo aclaratorio se hace evidente en las Conferencias y en el artículo de 1905. En las Conferencias de 1903 Peirce enfatiza que aquello que él entiende como las consecuencias prácticas de una concepción puede caracterizarse como la tendencia que tiene dicha concepción para evitar sorpresas en el futuro. Las sorpresas se entienden como una súbita crisis de la experiencia. Para Peirce la experiencia se caracteriza por su carácter fluyente. Cuando las cosas en el mundo acaecen como esperamos que acaezcan, entonces el flujo de la experiencia no está en peligro de ser interrumpido y, en consecuencia, no hay sorpresas. Pero el flujo de la experiencia puede interrumpirse por un evento que no esperábamos. En ese momento nuestros hábitos son insuficientes para salir del paso y nos vemos obligados a pensar con el objeto de restaurar el flujo de nuestra experiencia. Tenemos que formular hipótesis y evaluarlas con miras a cambiar o modificar nuestras anteriores creencias. Lo anterior no parece ser suficiente. En efecto, debemos, además, establecer, a partir de la revisión de los resultados de la acción concreta, si las nuevas creencias asumidas pueden considerarse como expectativas que se adecuan a lo que en el futuro puede acaecer en el mundo.

De acuerdo a lo expresado, el proceso de indagación tiene como punto de partida la interrupción del flujo de la experiencia y es seguido por la formulación y evaluación de hipótesis, para finalizar en la fijación de una creencia. Dicha creencia puede caracterizarse como una expectativa respecto de cómo se comportará el mundo en nuestras futuras interacciones con él.
Así concebida la creencia fijada es un hábito o esquema de acción, puesto que, en última instancia, hace posible la predicción del cauce futuro de la experiencia. Lo que Peirce dice en sus artículos de 1877 y 1878 acerca de la duda o la irritación, la creencia y el hábito adquieren mayor sentido cuando se conecta con el objetivo práctico de restaurar y mantener el flujo experiencial. La indagación presupone pensamiento y si pensamos debido a que el flujo interrumpido de la experiencia nos obliga a ello, entonces, como lo afirma Peirce, pensamos para poder parar de pensar; esto es, pensamos para sumergirnos nuevamente en el flujo de la experiencia que no requiere del esfuerzo de pensar.

Alguien podría decir que no hay nada nuevo en la tosca caracterización del pragmatismo de Peirce que se ha esbozado en los párrafos precedentes. Sin embargo, debe decirse que la originalidad de la visión de Peirce no está en su caracterización del objetivo de la indagación, sino en el modo en que caracteriza el proceso mismo de indagación, esto es, el modo en que se alcanza el objetivo o el propósito de la indagación. Esto, en mi opinión, no está tan claramente expresado en el artículo de 1905, sino que se presenta en forma más cuidadosa y detallada en las Conferencias. Allí Peirce muestra que los estadios del proceso de indagación pueden caracterizarse siguiendo su clasificación de las partes que, a su juicio componen la filosofía, a saber: la Fenomenología, la Ciencia Normativa y la Metafísica. Teniendo presente que Peirce considera los pensamientos como signos, las nociones provenientes de la semiótica están presentes a través de toda su exposición del pragmatismo.

[Fuente: http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=589]

Reflexiones acerca de «El termino Pragmatismo en el léxico cotidiano»

Posted in Reflexiones on septiembre 30, 2008 by thanatrell

Uno de los puntos claves del pensamiento pragmatista, y probablemente aquello que le hace único (y atrayente para algunos) es su rechazo a la abstracción y alejamiento de la realidad que fomentan otros modos de pensar.

El hecho de analizar in situ nuestras palabras y acciones antes de abstraerse, alejarse y reflexionar aporta una visión casi refrescante, frente a otros postulados, ya casi sin relación a la realidad.

Analizando esto, siento que la visión pragmática es un buen punto de partida para la mente no acostumbrada al pensar filosófico, una forma de prepararse y de formar una base de conocimientos antes de ahondar en la caótica filosofía pura.

El termino Pragmatismo en el léxico cotidiano

Posted in Artículos on septiembre 9, 2008 by thanatrell

(Definición del concepto)

Pocas veces se repara en que el tono derogatorio con que tiende a emplearse en el habla común el término «pragmatismo» y sus derivados merece alguna explicación. Se trata de un caso, por lo demás frecuente, de trasvase hacia el vocabulario cotidiano de un elemento del léxico filosófico (acuñado en concreto por el eminente filósofo y lógico norteamericano Charles Sanders Peirce, 1839-1914). De ello no se sigue, naturalmente, que su significado corriente sea fiel al original más técnico -como tampoco la expresión «un partido de fútbol trascendental» tiene nada que ver con la teoría kantiana-, ni que el pragmatismo filosófico deba tener tan mala prensa como el pragmatismo político o el pragmatismo moral. Sin embargo, es posible que una aproximación al sentido originario de este vocablo en filosofía, que es lo que aquí se va a ofrecer, provoque por añadidura alguna reflexión sobre su uso peyorativo en el lenguaje cotidiano y sobre las actitudes implícitas en él.


I. El pragmatismo no es propiamente una teoría filosófica, sino un «modo de pensar» (así lo llamó otro de sus impulsores, el filósofo y psicólogo también norteamericano William James, 1842-1910) en el que tienen cabida teorías distintas y que puede aplicarse a diferentes disciplinas. Pero, para los fines de una visión de conjunto, podemos considerarlo en principio como una teoría del conocimiento o, mejor aún, como una teoría del ser humano visto desde su función cognoscitiva.

Es característico de los pragmatistas pensar que la filosofía, en un proceso de creciente abstracción y ensimismamiento, ha terminado por perder en muchos casos el contacto con los procesos reales cuyo examen crítico constituye su principal tarea, con la consiguiente merma en la utilidad y relevancia de sus aportaciones. Por ello creen que es preciso recobrar una perspectiva más próxima a lo que en verdad hacemos, decimos y pensamos antes de tomar otra vez distancia y continuar la reflexión. En otras palabras, la capacidad crítica de la filosofía debería dirigirse en estos tiempos -y el matiz temporal es importante, pues los pragmatistas son reacios a considerar cualquier asunto en términos absolutos- a liberar ante todo nuestra visión de ciertos lastres y adherencias que desfiguran el panorama, impidiendo que podamos comprender realmente lo que hacemos o actuar conforme a lo que pretendidamente pensamos. Si la crítica filosófica tiene alguna eficacia transformadora, cosa que los pragmatistas creen ardientemente, el servicio que hoy puede prestar no está tanto en anticiparse con las ideas a los tiempos como en ponerlas a su altura, recuperando, por así decir, las riendas de la situación.

Algunos de los lastres que el pragmatismo considera más dañinos en relación con todo lo que concierne al conocimiento humano provienen de los primeros intentos de la filosofía por definir su ámbito.

[Fragmento http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/P/pragmatismo.htm]